martes, 7 de septiembre de 2010

Réquiem por Alejandra

Esta es de las cosas que se que más trabajo me va a costar escribir. Aun así he de hacerlo, pues es en memoria de una de las mejores personas que he tenido fortuna de conocer. Por definición no es un réquiem, dado que carece de música, pero me voy a permitir usar el término, dada la muy triste ocasión.

Conocí a Alejandra hace siete años, cuando todavía era una interna en el Instituto Nacional de Nutrición. Originaria de Tijuana, destacó desde un inicio entre los internos por su disposición, iniciativa, y alegría en las arduas tareas propias de un médico de su rango. Desde ese entonces, me enteré de su afición por el deporte, especialmente la gimnasia olímpica, que practicaba desde niña. Inclusive en alguna ocasión pude ver un video de uno de sus entrenamientos, y de cómo ejecutaba con gracia, a pesar de su tierna edad, vueltas y piruetas sin dificultad alguna.

Posteriormente vi cómo, al terminar la carrera de medicina, hizo su servicio social también en el departamento de cirugía endócrina en Nutrición, con los Dres. Pantoja y Herrera, ganándose inmediatamente su reconocimiento y aprecio, y realizando con ellos múltiples trabajos científicos. Cada vez que se les oía hablar sobre Alejandra, se notaba que la consideraban su niña consentida.

Tiempo después comenzó su residencia en Cirugía General, en el Hospital “Dr. Manuel Gea González”, donde a pesar de las largas jornadas, frecuentes guardias, y extrema carga de trabajo, siempre se le veía alegre y dispuesta a trabajar. Terminó su residencia hace menos de 6 meses, entrando inmediatamente a la subespecialidad de cirugía en endócrino, bajo la supervisión de sus antiguos tutores, con una muy prometedora trayectoria por delante.

Hace tres días, sin embargo, y para sorpresa de todos, un evento vascular cerebral la abatió. Hoy, tres días después, a pesar de una encarnizada lucha para tratar de mantenerla con nosotros, se concluyó que el daño neurológico era demasiado. Y hoy, a pesar del estado en el que se encuentra, su familia tomó la difícil decisión de donar sus órganos, para que, de manera congruente con lo que Ale siempre hizo en vida, otros pacientes se puedan beneficiar.

Alejandra ya no está con nosotros, pero aún así vive. Vive en el corazón de sus familiares y de sus amigos, vive en el recuerdo tan grato y alegre que todos tenemos de ella, vive en las contribuciones que hizo a la investigación médica, vive en las vidas de los pacientes que salvó en cirugía, y vivirá en los pacientes que tengan la fortuna de beneficiarse de su donación.

Te extrañamos mucho, Ale. El mundo era un mejor lugar contigo en él. Lograste en tu corta vida lo que muchos no logran en una entera. Se que estas palabras no le hacen ni el mínimo de justicia a la influencia que tuviste en todos nosotros, pero aún así te las dedico con todo mi cariño. Este ha sido un réquiem sin música, porque la música la pusiste tú en nuestras vidas.

3 comentarios:

  1. Maestro, aunque no conoci a tu amiga, siento tu pérdida. A veces no entendemos la "injusticia" que la vida nos presenta cuando alguien se va de esa manera, con la promesa de dar tanto en el ámbito científico y humano.
    No queda más que sentirse afortunados de haber convivido con gente como ella, de seguir su ejemplo.
    Alguien muy cercano a mi dice que hay "angeles" que tienen una misión en la vida, inspirar a los demás. Que ese pequeño cambio que generan en tu vida, trasciende más que cualquier conocimiento científico.
    A veces como médicos nos enfrentamos a estas ironías, y nos cuestionamos este tipo de sucesos.
    Creo que muchas veces no queda más que honrar a estos seres especiales, aceptar que todo lo que nos dieron y honrar su memoria.
    QEPD.
    Reciban un abrazo,
    Humberto.

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  2. Hola Jerry,
    Siento mucho lo de tu compañera. Yo también tuve experiencias similares y todavía 35 años después los sigo extrañando. Es parte de la huella que dejan en nosotros. Ojalá podamos algún día, dejar una huella similar. (Espero no muy pronto).
    Un abrazo
    Pepe Dalma

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  3. Gerardo, gracias por decir cosas tan bonitas de mi hermanita... tu carta se leyo en la misa que le hicimos a Ale en Tijuana.
    Gracias por todo...

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